Arinzano, mil años de misterio y tradición vinícola
Arínzano, una propiedad vitivinícola con más de mil años de historia, es un lugar donde el misterio y la tradición se entrelazan en cada rincón de sus tierras.
Desde el año 1055, cuando Sancho Fortuñones de Arínzano recibió estas tierras del Rey García Sánchez VI de Navarra, la finca ha sido testigo de un constante desarrollo en la elaboración del vino. Los monjes que inicialmente se asentaron aquí dedicaron cinco siglos al cultivo meticuloso de la vid, forjando el inicio de una tradición vinícola inquebrantable.
Tras la era monástica, Arínzano pasó a ser el hogar de familias nobles como Lope de Eulate en 1520, quien fortificó la propiedad con la Torre de Cabo de Armerías. El Marqués Zabalegui, otro propietario notable, continuó la tradición vinícola de la propiedad, construyendo La Casona, un lugar de descanso familiar y refugio tras las jornadas de caza. La iglesia de San Martín de Tours, erigida en el siglo XIX, simboliza aún hoy la importancia del vino en la propiedad.
El siglo XX trajo consigo una era de grandes propietarios, marcada por la crisis de la filoxera y la replantación de la finca bajo la dirección de la familia Chivite y el enólogo francés Denis Dubourdieu. La bodega, rediseñada por el arquitecto Rafael Moneo en 1997, es un símbolo de la unión entre historia y modernidad.
En 2007, la bodega fue galardonada con la denominación Vino de Pago, reconocimiento de las cualidades únicas de su terroir.
La propuesta enoturística de Arínzano que encontrarán los visitantes de FINE 2024
Arínzano no solo es una bodega, sino un destino enoturístico que ofrece una experiencia única, «Visita el Misterio». Esta visita permite a los entusiastas del vino explorar los secretos de la propiedad, que se remontan al año 1055.
La experiencia comienza con un recorrido en 4×4 por el viñedo, seguido de una visita a la bodega y a los edificios históricos que forman parte del legado de Arínzano. La cata de tres vinos de Arínzano, maridados con tapas premium o una tabla de quesos y embutidos, es un momento cumbre que permite a los visitantes saborear la esencia de la propiedad.
Además de las visitas enoturísticas, Arínzano ofrece un escenario incomparable para celebraciones únicas como bodas y eventos corporativos. Las bodas en la bodega son momentos mágicos, donde el paisaje impresionante y la historia de la propiedad crean un ambiente de ensueño.
Pero hay más: están los eventos corporativos, para los que se ofrece una variedad de espacios y un trato personalizado que garantiza una experiencia memorable. Cada evento es una oportunidad para descubrir el misterio y la magia del lugar, haciendo eco de su rica historia y tradición vitivinícola.
Los vinos que descubrirán los visitantes de la bodega
Los vinos de Arínzano, desde el Gran Vino Tinto hasta el A de Arínzano Rosado, reflejan la diversidad y la riqueza de su terruño. Cada variedad, ya sea la Tempranillo, la Merlot o la Cabernet Sauvignon, cuenta una historia única de la tierra de donde proviene.
La colección Chardonnay Lab, con su enfoque en la experimentación y la colaboración entre enólogos y expertos, muestra el compromiso de la bodega con la innovación y la excelencia en la viticultura. Esta combinación de tradición e innovación es lo que hace que los vinos de Arínzano sean tan especiales y buscados por los conocedores y amantes del vino de todo el mundo.
La experiencia de visitar Arínzano es, en sí misma, un viaje a través de la historia y la cultura del vino.
Desde pasear por los viñedos que han sido cultivados durante siglos hasta explorar la bodega moderna diseñada por Rafael Moneo, los visitantes pueden sentir la conexión entre el pasado y el presente.
La oportunidad de degustar vinos que son el resultado de una meticulosa atención al detalle y una pasión inquebrantable por la excelencia hace que una visita a Arínzano sea una experiencia enoturística inolvidable.
En FINE #WineTourism Marketplace, Arínzano se presenta no solo como una bodega, sino como un testimonio viviente de la historia del vino en España. Es un lugar donde cada rincón habla de generaciones de dedicación al arte de hacer vino, y donde cada copa servida es una expresión de un terruño excepcional. Visitar Arínzano es sumergirse en un mundo donde el vino, la historia y la belleza natural se encuentran, ofreciendo una experiencia que va más allá de lo ordinario y se adentra en lo extraordinario.