El cambio climático y el éxodo rural de los años 60 han sido factores clave en los cambios experimentados por el campo español a lo largo de las últimas décadas. Estos fenómenos han impulsado la adaptación a nuevos cultivos y técnicas agrícolas que hoy redefinen el paisaje agrario.
Uno de los casos más representativos es el cultivo de la trufa, una actividad que era inimaginable hasta que, en los años 80, el hongo comenzó a escasear en su hábitat natural. La reducción del pastoreo en montes públicos permitió el cierre de la masa boscosa, lo que generó la necesidad de su producción controlada. Empresas como INOTRUF se especializan en asesorar a los agricultores durante todo el proceso, desde la preparación del terreno hasta la recolección.
En cuanto a los cultivos más tradicionales, los cereales de invierno, como el trigo y la cebada, continúan siendo fundamentales para el mercado. KWS Semillas Ibérica lidera este sector ofreciendo variedades de alto rendimiento adaptadas a las necesidades actuales.
Por otro lado, el sector de la remolacha azucarera cuenta con la experiencia de empresas como Florimond Desprez, que lleva más de 150 años mejorando genéticamente sus semillas. Desde 1856, esta compañía introdujo innovaciones como el análisis químico de azúcares para perfeccionar el rendimiento de la remolacha, un cultivo clave en muchas regiones.
Además, los cultivos de proteaginosas, como la soja, aunque aún limitados en la Península Ibérica, tienen un papel estratégico en la sostenibilidad agrícola por su capacidad para fijar nitrógeno en el suelo. En este ámbito, empresas como los vallisoletanos Hernán Villa se especializan en ofrecer variedades de soja, guisante y veza de máxima calidad, demostrando el compromiso con la modernización del sector.
Del 28 al 31 de enero de 2025, la 8ª edición de AGRARIA pone de manifiesto cómo el sector agrario no solo se adapta a los retos actuales, sino que también aprovecha nuevas oportunidades para transformar y revitalizar el medio rural.